Practicar estilo Mysore en una sociedad líquida
- Kris

- 7 oct
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En tiempos de dispersión, practicar Mysore es un acto de resistencia.
La "sociedad líquida" es un concepto del sociólogo Zygmunt Bauman que describe el estado actual de la modernidad, caracterizado por la inestabilidad, la falta de permanencia y la rápida transformación, similar a un líquido que no conserva su forma.
Vivimos en una era marcada por la falta de estructuras sólidas y la búsqueda vertiginosa del bienestar inmediato: estímulos constantes que impelen a probar una cosa hoy y mañana otra, promesas de inmediatez y una oferta interminable de alternativas que nos invitan a estar en todo, menos en nosotros mismos.
Así que por más triste que me parezca, cada vez más gente va a clases de Yoga para desconectar, no para conectar.
En este contexto; comprometerse a repetir una secuencia y observar la mente haciendo aparentemente lo mismo día tras día, puede parecer que te estás perdiendo algo. La mente quiere variedad sin compromiso, aunque lo que necesita es repetición y disciplina para centrarse.
El método Mysore ya implica desde el principio memorizar una serie de asanas, enfocarte en el método Trstana (asana, drsti y respiración) y poner atención en lo que no se ve, los bandhas y la calidad respiratoria.
Es más fácil y cómodo ser un sujeto pasivo que imita al guía o al compañero de al lado, y al día siguiente ni recuerda lo que hizo.
De ahí que desde el primer día de tu práctica, desde el día en que te inicias, lo que se entrena verdaderamente en el estilo Mysore es la mente.
La mente adoctrinada por los mandatos sociales pide más y más y precisamente Ashtanga Yoga proclama el biensabido dicho: Menos es más. Calidad frente a cantidad. La mente quiere ir de flor en flor y esta práctica no permite eso, por eso no es algo tan vendible y demandado como otros estilos sucedáneos y edulcorados que sí dejan a la mente estar más afuera y permiten al individuo desentenderse de responsabilidad más allá de asistir a clase un día o dos por semana; incapaces de realizar una sadhana con fundamento si no asisten a clases dirigidas.
Ashtanga Yoga no complace los deseos caprichosos de quien quiere placer sin esfuerzo. Te convida a que te entregues y cultives determinanción, disciplina, compromiso, responsabilidad y devoción.
Cinco palabras que cada vez son despojadas de su valor social y dotadas de connotaciones peyorativas.
La falta de estas cualidades son a mi entender, síntomas de una debilitación sistémica.
Lo que aporta Ashtanga Yoga más allá del evidente trabajo profundo de fuerza, equilibrio y flexibilidad corporal; es: Una estructura frente al caos y una herramienta para poder verte por dentro a diario sin adornos ni distracciones.
Un espejo nítido donde ver tus patrones, facilidades, retos, traumas, dones y virtudes y sobre todo donde poder calibrar el punto exacto en el que estás en el presente cada día. Un método que en lugar de hacerte dependiente de alguien que te guíe para que tú le copies, te ofrece la libertad de autogestión. Eres dueño de tu Sadhana , tú decides cómo te administras; un día ejecutas la serie completa y otro solamente los saludos al sol. Aprendes a relacionarte con la esterilla sin esperar nada y con total libertad de hacer lo que necesites cada día. Claro que a veces lo que uno necesita, no es lo que a uno le apetece, y así vamos fortaleciendo las áreas de la corteza prefrontal que nos hacen madurar. A esto le llamamos Tapas, el fuego purificador de la disciplina.
Como toda libertad, ya sea la mayoría de edad, el circular por la vía pública, escoger qué productos consumir o conducir un vehículo: requiere responsabilidad.
No hay transformación sin pasar por un proceso de enfrentar lo incómodo, y eso, en esta sociedad de placer inmediato y consumo rápido, es un bien escaso. Mirar adentro no suele ser agradable ni entretenido.
El Yoga no busca entretenerte. No te ofrece sorpresas constantes ni adornos. Te entrega algo más valioso: un espacio donde escuchar, donde reconocerte, donde regresar. Cada día, la misma secuencia... pero nunca el mismo cuerpo, nunca la misma mente. La variable que marca la diferencia eres tú y tus procesos cambiantes.
"Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces,
porque ni el hombre ni el agua serán los mismos."
Heráclito
Panta rei (Πάντα ῥεῖ; "Τodo fluye" en griego clásico) es un concepto atribuido por Platón al filósofo presocrático Heráclito, que esquematiza su supuesta opinión de que todo está en cambio continuamente. Nuestra práctica es una herramienta que te permite ver la sutileza de este cambio internamente, frente a una sociedad que compele a buscar el cambio afuera, huyendo del posible aburrimiento o susto por mirar adentro.
La práctica estilo Mysore no promete resultados inmediatos ni variedad externa. Conduce, sin atajos, hacia algo más valioso: el mundo misterioso del silencio. Un silencio externo para escuchar el ruido interior, colisionando con el ritmo frenético de la gratificación instantánea.
En palabras de Sharath Jois: "Hoy en día, hay mucha confusión alrededor nuestro, muchas distracciones, muchas ilusiones irreales, en el mundo del yoga también, como no. Hay muchos estilos, muchos estudios, muchos profesores, pero la mayoría de ellos no tienen ni una tradición detrás que los apoya, ni tienen un linaje."
“La disciplina no es una carga, sino un método de autoliberación.”
Sri Aurobindo





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